jueves, 28 de abril de 2011

No es el zurdaje Mirtha, aquí la rebelde es la historia misma

A 8 años de su elección como presidente, y seis meses de su paso a la historia


recibí una colonia y les devolví una patria justa, libre y soberana”

J. D. Peron


Él no se fue, se transformó. Y en esa labor diaria y acelerada de cambiar las condiciones de vida de millones, se volvió esos millones y su fuerza abrumadora de trabajo y esperanza superó las bocas de la tormenta, que no fueron nada más que eso, tan sólo bocas, tan sólo tormentas, porque siempre que llovió paró.

Néstor Kirchner tendió un puente de plata entre el presente y el pasado. Fórmula tan temida por los gorilas, semillero de futuras contiendas, energía irrefrenable que desata el matrimonio inexpugnable entre la juventud y la historia. No en vano se esforzaron burgueses y oligarcas por hacernos creer el cuento del fin de la historia, desaparecieron personas para hablar luego de derrota, y hasta desaparecieron palabras para que ya no podamos nombrarnos. Entonces irrumpió inesperado, desde el fondo de la patria, el soplido cálido de la Conciencia Nacional, y volvimos a discutir, a soñar, a construir para profundizar.

Su profesión era la de la irrupción, su método, marcadamente súbito, y así como vivió, murió. Súbita fue su aparición hablando de la historia, cuando sólo nos quedaba la de borrarnos del mapa, cuando parecía que habíamos tocado fondo. Súbita fue su muerte, dejando la piedra y el cincel, la historia inconclusa escrita sobre el papel, y el tintero volcándose sobre el escritorio, como el sufrimiento de la patria, ahogada por los intereses corporativos. Como una cinta de fuego recorrió Nestor Kirchner los campos yermos de la juventud forjada en los ochenta y los noventa. La incendió, la prendió fuego, desparramó verbos por todos lados, a granel y así alcanzó septiembre de 2010, en el Luna Park, nuevamente su corazón había avisado, pero la juventud quería hablarle, y él conversar con ella. Supinos del peronismo, de la perspectiva nacional y popular, supimos de la lucha, de la esperanza y el amor. Supimos de la lealtad, de los proyectos colectivos, supimos de la historia, y de nuestro necesario accionar. Y como consecuencia, como quien es castigado por que se lanza a volar, supimos también de desapariciones y asesinatos.

Bienaventurados los pueblos que empuñan para sí la historia. Bienvenida la juventud briosa y fantástica a transformar las huellas hirientes de la injusticia. Buen viaje para un conductor, un desafiante acérrimo de lo dado, un aventurero de lo por conquistar, un incansable artesano de la política, de esa palabra tan odiada por la conservación oligárquica y sus variaciones, que tanto dolores de cabeza le trajo a los que han querido de esta patria sus negocios para armar.

Ya en 2011, y entrando en la recta final por la reelección de Cristina y la profundización, la transformación del país, el recuerdo de Néstor Kirchner nos impone el deber generacional de encarnar lo mejor de la tradición nacional y popular. Constituir una fuerza política amplia que avance en la liberación nacional, de la mano de la justicia social, y que lo haga democráticamente, sin mezquindades, sin las pérfidas prácticas políticas que habilitaron la antipatria que en nombre del peronismo gobernó y deshizo al país durante los 90. Mucho menos podemos permitirnos el avance de la derecha troglodita que habla de orden y de seguridad mientras tiene en mente un país para pocos, un país donde las mayorías trabajadoras serán lanzadas al vacío.

El pueblo argentino protagonizó luchas históricas, y en esa dialéctica interminable entre excluidos y excluidores tres capítulos revisten una importancia singular. El primero, un hecho fundamental en la maduración de nuestra conciencia nacional, lo constituyó el 17 de octubre de 1945 con el subsuelo de la patria sublevado, al decir del inigualable Scalabrini Ortiz; años mas tarde y después de una interminable tarea política emprendida por varias generaciones en curso para consolidar la conciencia nacional, durante los complejo setenta, la aparición de los actores fundamentales del cambio: la juventud y la clase obrera. Luego, después de la noche de plomo, los 30.000 compañeros desaparecidos y el proceso de degradación nacional que nos impuso el neoliberalismo, aparecieron Néstor y Cristina, para darle una vuelta de tuerca más a la historia, y rescatar viejas palabras olvidadas, sueños que reposaban en el anaquel. Entonces no podemos menos que continuarlas y enriquecerlas con todo el esfuerzo, el amor y la imaginación necesarios. Aquí estamos, nosotros somos y hoy retomamos la senda histórica que nos interpela, y hacemos nuestro el sufrimiento del pueblo todo, para llevar adelante el tan anhelado proyecto nacional y popular, para que reine en el pueblo el amor y la igualdad.


Agrupación Varbarie

27 de abril de 2011, a ocho años de la elección de Néstor Kirchner como presidente, y seis meses de su paso a la inmortalidad

1 comentario:

Regional Litoral dijo...

Muy buena la nota cumpas!